EL DIVORCIO


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JESÚS, EL MATRIMONIO Y LA RELIGIÓN
Mr. 10,1-12 
Los escribas y fariseos le hacen la pregunta a Jesús, ¿está permitido que un hombre se divorcie de su esposa?(V-2b). Aunque la pregunta no tenía la razón de ser hecha porque todos sabían que la ley de Moisés permitía que hubiese divorcio, las escrituras dicen que quien hallara algo indecente en su esposa, podía darle una carta de divorcio y despedirla (Deuteronomio 24,1).
Este tema no estaba en discusión, era simplemente lo que la escritura decía, sin embargo, el sentido de la pregunta era porque Jesús tenía dos opciones:
1-     Decir No, al hombre no le es permitido divorciarse y entonces lo acusarían de no guardar la ley la cual decía que un hombre si se podía divorciar de su esposa.
2-     Si Jesús decía que Sí, que había divorcio entonces provocaba otro problema, porque en la época de Jesús, al igual que ahora, existían diversas posiciones con respecto al tema del divorcio.

Estaban las personas que creían que el matrimonio no podía disolverse. Y estaban las personas del otro extremo que si se podía tener un divorcio prácticamente por cualquier razón u ocurrencia que las personas tenían, pero tambien existían posiciones moderadas intermedias también.

El evangelio de Mateo que también recoge este relato, da un poco más de detalles porque la pregunta que le hicieron a Jesús menciona que si le era permitido al hombre divorciarse por cualquier causa, con eso lo que estaban haciendo es poner al Señor Jesús entre dos posiciones. Era una trampa.
 A ellos no le interesaba su postura ante el matrimonio, sino su interpretación de Deuteronomio 24:1 en torno al divorcio. Según la legislación judía sólo el varón tenía derecho a pedirlo; para la escuela de rabi Shamai sólo en caso de infidelidad; pero para la escuela de Rabì Hillel por cualquier cosa que pudiera desagradar al marido, cómo quemar la comida por ejemplo.

Los fariseos que conocían muy bien la palabra de Dios le responden: Moisés permitió que un hombre le escribiera un certificado de divorcio a su mujer y la despidiera.(V.4) Lo cual era correcto, si alguien se casaba con una mujer y si encontraba en ella algo indecente podía despedirla y divorciarse de ella, pero ahora viene la enseñanza que Jesús quiere dar sobre el tema del matrimonio.
 Esta enseñanza es igual al sermón del monte, donde Jesús explica: oyeron que fue dicho no adulteraran y fue Moisés quien lo había dicho, pero yo les digo -decía Jesús- quien ve a una mujer para codiciarla ya cometido adulterio con ella, Jesús hacía una diferencia de lo que Moisés establecio.

Moisés dio autorización y estableció el procedimiento para que los hombres pudieran divorciarse de las mujeres, es como que si Jesús dijera esa ley la escribió Moisés para ustedes por lo obstinados que son.(V-5)



 
¿De qué obstinación está hablando Jesús?

 Está hablando de la obstinación que el ser humano presenta, cuando se encuentra en conflicto dentro de su matrimonio.
Realmente en el matrimonio siempre enfrentará algún nivel de conflicto, el matrimonio que no tiene ningún tipo de problemas es un matrimonio anormal. Pero cuando se trata de una pareja normal, es normal que haya conflictos.
No es que un matrimonio con conflictos va a fracasar, porque entonces todos los matrimonios fracasarían, porque todos los matrimonios tienen conflictos.

¿Cómo pasar de ser una pareja con conflictos que no sale adelante a ser una pareja que sale adelante a pesar de los conflictos?
Depende de la actitud de la pareja, si la pareja es lo suficientemente honesta y humilde para que cada quien reconozca los errores que han cometido, ponerse de acuerdo para ir superando y seguir caminando en la vida, esa es la manera de seguir adelante. Ahora si las parejas como dice Jesús en el texto anterior, son obstinadas ante las dificultades, como dicen popularmente, van a agarrar llave y en lugar de colaborar comienzan en una conflictividad que va creciendo y creciendo y los problemas en el matrimonio son como capas, primero hay un problema que no se resuelve y eso crea otro problema y es la segunda capa y no se resuelve y eso produce un tercer problema y hay un cuarto y un quinto y un sexto, total que es un Sándwich tremendo que se ha formado ya, y llega un momento que la gente ni se acuerda de cómo comenzó y lo que saben es que ya no se toleran y que se están matando y se amenazan a muerte.

¿Y cómo empezó el problema? Ellos ni se acuerdan. 
¿Qué provoca los problemas masivos? Es la obstinación.
Cuando una pareja se obstina y no resuelve su problema llegan a extremos como decir “te voy a matar” no es una exageración ni es un chiste, muchos saben que esto ocurre, es lo que los periodistas y los medios de comunicación llaman tragedias pasionales, es cuándo una pareja tiene desacuerdos no saben resolverlos y terminan en una tragedia, o pueden terminar en violencia y claro si hay hijos están de por medio y ellos son los más afectados.
¿Es la voluntad de Dios que un matrimonio este viviendo en condiciones como estas? Lógicamente no, y como no es la voluntad de Dios ahí es donde Moisés dijo; si decimos que los esposos no pueden separarse ¡jamás! Se van a mal matar, es mejor permitirles que haya divorcio.
Hay personas que dicen que el divorcio daña a la pareja y daña a los hijos; y es cierto, pero a veces no divorciarse daña mucho más.

Por eso Moisés dijo “¡No!, el ser humano es demasiado obstinado, si el ser humano fuera perfecto, fuera santo, si estuviésemos ya glorificados, el ideal sería que no exista divorcio, pero la realidad no es así, para poner una puerta de salida y para que no se lleguen a elementos de violencia lo mejor ante esa obstinación es que se divorcien”.
Por eso Jesús está diciendo esa ley la escribió Moisés por ustedes por lo obstinado que son.

El pacto matrimonial se rompe cuando ya no hay amor, el pacto se quebranta al entrar la infedilidad.El matrimonio es un proyecto de amor que implica igualdad en derecho, dignidad y obligaciones, y excluye, por tanto, toda relación de dominación. Mientras hay amor, hay matrimonio y habrá corazón para soñar y para perdonar.


 Libro CONFLICTOS MATRIMONIALES. Pag. 74-79
By: Salvador Claros

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