Bienaventurados los pacificadores
Un muchacho joven presentó una canción de ritmo pausado, en el Festival de la Primavera, Festival de Viña del Mar , letra muy nostálgica y, para los tiempos, atrevida. Era de su autoría y la llamó: un café para Platón. La canción habla de un estudiante a quien él conoció a principios de aquella década en la Universidad de Chile. Era uno de esos típicos hippies de la época, que hablaban de paz y amor, probablemente fumaba marihuana (con un pitillo a medio terminar), andaban desarropados y se interesaban poco por las posesiones materiales. Era estudiante de filosofía y se hacía llamar a sí mismo, “el amigo de Platón”. Como existencialista, vivía de la caridad de sus compañeros, pedía plata para tomar café (no para él, sino para su imaginario amigo Platón) y para pagar la “micro” (unas monedas para locomoción). U n cafe para platon Desde luego que, como buen hippie de la época, era comunista hasta la médula y gran activista. Cantaba canciones protesta, sabía preparar cocte