Leprosos de nuestra era




Jesús sana a un leproso
En el evangelio de Mateo 8,1-4 encontramos un relato muy interesante para el tema que quiero tocar en esta oportunidad.
El término lepra en la escritura bíblica puede ser cualquier afección de la piel, abarca cualquier problema en la piel.

La ley de Moisés establecía que las personas leprosas no podían participar del culto religioso, porque el leproso estaba ceremonialmente impuro y esto le impedía acercarse, no podían ofrecer sacrificios.
El problema no era el contagio de la lepra, el problema era la contaminación del ritual y por eso las personas se alejaban porque así lo establecía la ley, por ejemplo; no se podía tocar un cadáver por la contaminación, no se podía tocar un objeto que haya sido contaminado porque la persona también se contaminaba.
Si el leproso era inmundo cualquier cosa o persona que entrara en contacto con él sería contaminado, por eso no solo era que no podían participar del culto y de las ceremonias, sino que tampoco podía tener una relación social, no podía estar con su familia, no podía vivir en su casa, no podía ser parte de la sociedad.
La ley establecía que el inmundo debía salir del campamento y purificarse, pero en caso de la lepra la única forma de integrarse era que el sacerdote le diera un diagnóstico, porque era el sacerdote el que decía quien tenía y quien no tenía lepra, era como una especie de médico y este lo declaraba inmundo.

El sinónimo de lepra con el pecado: porque el que era leproso era considerado un pecador.
Todo Israel conocía quien era Jesús y esta persona leprosa seguramente se decía así mismo: “si él es santo y yo un pecador, él quizás no querrá sanarme”. Esto nos habla de cómo las personas llegan a absorber el rechazo y las etiquetas que religiosamente y socialmente establecen sobre ellos, al punto que llegan a interiorizar lo que han recibido por años y lo hacen parte de ellos, que son pecadores e indignos del favor de otro 

Sabiendo el contexto cultural, se vuelve curioso la forma en que el hombre le pide a Jesús su sanidad, porque le dice: “si quieres puedes limpiarme”, es una frase curiosa porque tiene dos elementos:
Uno, expresa una gran fe, porque le dice “puedes limpiarme”, él sabía que Jesús podía limpiarle.
Dos, al mismo tiempo expresa una gran duda, porque le dice “si quieres”, la duda no era si Jesús tenía o no el poder para sanar, el leproso sabía que Jesús podía sanarlo, lo que no sabía es si tenía la voluntad.

¿Porque razón Jesús no pudiera tener la voluntad de sanar al leproso?
¿Será que Jesús era exclusivo para sanar? Según los relatos de los evangelios la respuesta a esta pregunta es ¡No!, porque la biblia dice que traían a los enfermos y poseídos por los demonios y que todos eran sanados. Pero, si Jesús no hacía acepción de personas para sanar, entonces por qué el hombre duda y no sabe si Jesús quiere o no quiere.
Él sabe que Jesús puede sanarlo, pero no sabe si Jesús quiere y la razón es que él, como persona leprosa, ya había absorbido toda la estigmatización que la sociedad le había dado y no sabemos cuánto tiempo tenía de estar así.
La persona quedaba estigmatizada fuera del culto, sociedad, familia, de tareas productivas porque nadie iba a comprar granos que sembrara o cosechara un leproso, nadie iba a comprar peces de un pescador leproso, nadie iba a comprar objetos de un artesano leproso, porque todo estaba inmundo, por eso la persona se acostumbraba al estigma.
La persona con lepra tenía que advertir que estaba inmundo, tenía que decirlo al ver gente por el camino gritaban “inmundo, inmundo” para que no se acercaran y entraran en contacto con él, tenían cuidado hasta de la dirección del viento, porque si el viento venía sobre el leproso y en esa misma dirección estaba otra persona esta quedaba inmunda.
El sacerdote empezaba diciéndole:” usted es inmundo”; pero ¡es el sacerdote, es la religión, era la sociedad, y para el colmo le pedían a la persona que ella misma se dijera “soy inmundo”!
Al vivir este proceso las personas llegaban a aceptar el hecho de ser inmundo y que no eran dignos

Hoy en día existen muchos leprosos en nuestra sociedad, ¡No! en el sentido que tengan el bacilo de Hansen (cuyo nombre científico es Mycobacterium leprae y se caracteriza por los síntomas nerviosos y cutáneos, con la aparición de manchas, tubérculos y úlceras) porque no existe en nuestras latitudes, se da en otras partes del planeta, sino que son leprosos en el sentido que son: Marginados, estigmatizados, por diferentes razones.
El hecho de ser joven se está convirtiendo en un estigma; por ser joven se le ve como delincuente, pandillero, asesino, ladrón, extorsionista… Las personas ven con temor a los jóvenes y los jóvenes viven esto. Los jóvenes son detenidos por las pandillas, policías o militares (soldados) y les hacen preguntas, les registran, los desnudan, les golpean, buscando una señal de que son delincuentes, los amenazan y cuando a estos grupos e instituciones se les preguntan ¿por qué razón hacen esto? ellos contestan es que es joven, esto es una estigmatización social.
También hay otras personas, como las que están lidiando con el VIH y algunas con SIDA. Con estas personas hay un fuerte elemento estigmatizador, no quieren atañer en ningún sentido con ellos. No quieren incumbir, porque sobre este tema son varios mitos que hay.
Otra es la pobreza, por ser pobre las personas son vistas como un ladrón, un delincuente…La persona de escasos recursos cree en la desvalorización que la sociedad les hace: que por ser pobre no piensa, no puede pedir algo más, no tiene derechos; no hay medicina para ellos, no hay educación, y dicen: “uno de pobre tiene que andar pidiendo”, “uno de pobre tiene que conformarse con lo que le dan” y todo por ser pobre. Pero eso de que las personas dicen “uno de pobre” es que ya acepto la etiqueta que la sociedad les ha dado. 

Sacar a una persona de estos lugares en que la sociedad les ha relegado es una tarea muy difícil, para que las personas vean la realidad y se den cuenta de la situación y no de lo que han hecho de él, al lugar que le han asignado, sino en el hecho de cómo pueden salir de esa situación.
Un ejemplo palpable entre nosotros es cuando personas que viven en champas y lugares que no les pertenece y reciben ayuda de organizaciones o el gobierno para vivir en casas más dignas, ellos no las valoran porque al cabo de unos meses han vendido sus propiedades y se han ido a vivir en otro lugar donde no son ellos dueños de aquel inmueble y en casas inadecuadas.
El tema de la estigmatización es algo que hay que trabajarlo desde adentro de las personas, para que las personas puedan empoderarse: es decir que las personas se sientan humanos, se sientan dignos, que tengan otra manera de vivir y ver la vida.
Porque la persona se estigmatiza de tal manera que necesita la estigmatización para sentirse cómodo, si no tiene la estigmatización se siente raro.
Es como la persona que tiene una baja autoestima, si la tratan con respeto como a cualquier persona se siente insegura, pero si le dicen “eres un bueno para nada, eres un inútil” se siente bien, se siente mal porque le están lastimando, pero se siente cómodo porque así es como ha vivido toda su vida.
Las personas que por primera vez tienen casa con buen techo, piso y paredes de concreto firmes y no de cartón, con escritura que expresa que son propietarios del inmueble, estas personas se sienten inseguros, no saben cómo se vive en una colonia, no saben cómo se maneja el tema del agua y energía eléctrica, se les hace difícil acomodarse al piso de la casa el cual es de cerámica y limpio, ventanas de aluminio y vidrio, esto les crea una inseguridad y significa que hay que romper la estigmatización, porque llegan al punto de dudar de ellos y de todas las personas y esto sucedía con el leproso dudaba que Jesús le fuera ayudar, “si quieres”. 

¿Que hizo Jesús? Jesús es el modelo para la iglesia, y la iglesia ¿qué tiene que hacer ante la realidad que se vive, ante una cantidad enorme de personas estigmatizadas y marginadas?
Lo primero que Jesús hizo fue reafirmar su posición, la respuesta es mas un gesto porque el relato dice que el extendió su mano para tocarlo, con esto Jesús estaba rompiendo todo, todo y las personas lo sabían, porque el tiempo que este leproso tenía con la enfermedad, eso tenía de no recibir esa muestra de cariño, aprecio o afecto; el leproso que tenía muchos años de estar en esa condición, eran muchos años de no recibir ese gesto solidario de nadie (contacto físico).
Está comprobado que los seres humanos necesitamos de ese contacto, hay un síndrome que los médicos pediátricos mencionan MARASMUS y esta palabra viene de la palabra griega que significa secarse y se refiere a los bebes que se mueren sin haber una razón aparente y por eso usan la expresión Marasmo porque es como si se marchitaran y murieran. 
En los años 50 René Árpád Spitz (fue un psicoanalista austro-estadounidense) y Emmi Pikler (pediatra 1930) descubrieron que el remedio para el Marasmo era que él bebé tuviera contacto y los niños que tenían Marasmo y se morían era porque sus mamás habían muerto en el alumbramiento y no tenían el contacto adecuado para sobrevivir.
La mayor parte de nuestra energía se dirige a restablecer, lo mejor que podamos, aunque sea parcial y simbólicamente, el ideal estado intrauterino, donde el feto se halla en contacto íntimo y total con su madre en toda la superficie corporal, lo cual implica estar cubiertas todas sus necesidades de caricias.
Es fundamental para cualquier ser humano ser abrazado, acariciado, abrigado, alimentado, alentado, elogiado, etc. …
El Marasmo se produce únicamente por falta de caricias como: afecto, reconocimiento, estímulos positivos, energía calórica.
Desde un punto de vista más antropológico, el sentido del tacto es tan importante para el ser humano, que desde tiempos inmemoriales en distintas culturas dar amorosas caricias a los niños ha sido considerado un factor determinante en su desarrollo.
La solución para la cura era bien sencilla: era poner a las enfermeras a que cargaran y mantuvieran en los brazos a los niños que habían perdido a sus madres y eso era la solución para que ya no murieran niños huérfanos en el hospital.
Algunas personas no creen en el abrazo terapia, pero existe, es una técnica y hay manuales de cómo se debe abrazar a las personas para transmitir afecto y para resolver problemas, por eso es que el ser humano busca el contacto con otro ser humano.
Se han hecho la pregunta alguna vez ¿Porque se saludan dándose la mano?, (aunque el darse la mano hay de diferentes formas) este gesto es parte de la vida del ser humano, siempre hay un contacto. 
El hombre que los escritores de Mateo nos mencionan aquí no había recibido el toque de nadie, pero Jesús extendió la mano y lo toco y eso para el hombre fue la respuesta completa de Jesús.
Surge una pregunta que hay que analizar: ¿y es que si Jesús se volvió inmundo al tocar al leproso? Desde luego la respuesta es que no y es lo contrario el hombre dejo de ser leproso, porque Jesús le había tocado.
La persona con VIH positivo, lo que necesita es un abrazo, que le den la mano, necesita que coma en los mismos platos que come su familia y no que esté comiendo en platos desechables y que al terminar de comer lo tiran a la basura porque es inmundo. Por eso el lema: “el sida no mata, lo que mata es la estigmatización”, el tema anímico está muy ligado con el tema de las defensas corporales, es vital para el VIH cuando la persona se deprime sus defensas bajan, viene una enfermedad oportunista y mueren. Pero no fue el VIH que lo mato fue el tema del rechazo, la falta de contacto. 

Jesús nos da una lección: lo primero que debemos hacer es romper los paradigmas y hacer aquello que nadie hace, recibir a los que nadie recibe, acercarnos y oír a quienes nadie quiere escuchar.
Al hacer esto una persona puede caer mal porque se está rompiendo la norma, lo que la sociedad ha convertido en norma social y a nadie le gustan las personas que no viven bajo las normas establecidas, por eso es que a Jesús lo odiaron, porque el rompía con las normas de su época.
Por esta razón es que la iglesia que no es rechazada, la iglesia que no cae mal, es porque no está cumpliendo la misión.
Había un creyente en la cárcel por hacer la misión de Cristo Jesús y fue otro hermano a visitarlo y le pregunta: ¿Hermano y porque está aquí? El que esta tras los barrotes le contesta: ¡Hermano y usted! ¿Por qué no está aquí?
¿Desde cuándo el ser cristiano dejo de ser peligroso? 
Cuando esto sucede, que la iglesia ya no está cayendo mal y ya no es rechazada por las personas, entonces la iglesia se está rigiendo por las normas de la sociedad y NO por las normas de la palabra de Dios las cuales el Señor Jesús nos muestra aquí (Mt. 8.1-4).
El término de mundanalidad es muy mal usado, porque las personas creen que ser mundano únicamente es emborracharse, consumir drogas... Y no, el mundo es mucho más sutil y está dentro de la iglesia y en nuestras formas de actuación y en nuestras aptitudes nos volvemos mundanos.
Hace algunos años un cristiano empezó a evangelizar a pandilleros y comenzó a llevar muchachos a su iglesia, llegó a hacer un grupo aproximado de 20 jóvenes y, estos al hacer presencia en su iglesia, la gente empezó a ver con desconfianza a aquellos muchachos los cuales en sus cuerpos eran visibles los tatuajes. Un día el pastor hablo con este hermano y le dijo que ya no llevara más jóvenes pandilleros, porque la congregación ya no quería llegar a los cultos, porque no querían sentarse al lado de una persona tatuada y pandillero.
Este hermano se fue de su iglesia con sus jóvenes a los cuales él estaba trabajando en su transformación personal y busco otra iglesia. “Esta es una iglesia que se mundanaliza” no se mundanaliza porque hallan muchachas bailando en la plataforma, sino porque adopta los criterios y normas del mundo, Jesús rompió con esos criterios y normas al tocar al leproso y le dijo “si quiero, queda limpio”.

El trato de Jesús y el hombre, llama la atención que en el relato no se toca el tema de pecado, a diferencia de otros casos como en el del paralitico donde Jesús le dice tus pecados te son perdonados y luego lo sana, aquí no hay mención del pecado.
Cuando se piensa en la centralidad de la iglesia uno dice es el perdón de pecados y el cual es parte del evangelio, es parte de las buenas nuevas sin duda, pero el problema es que el evangelio es amplio en su integralidad y muchas personas lo encierran al punto del perdón de pecados, y se dice: No importa que la persona viva en las condiciones que viva lo importante es que ya tiene el perdón de pecados. 

Hay personas que practican un evangelio parecido a lo que ocurría con la conquista española, que agarraban a los nativos los obligaban a creer en Dios y a bautizarse en agua, y luego los mataban, para que ya muertos fueran al cielo como cristianos.
Esto es como salir de un compromiso; es como que la iglesia sea un analgésico (una aspirina) que nos hace sentir tranquilos; se murió, pero ya era creyente y con eso basta.
Sí la persona está en la cárcel, pero si tiene a Cristo que se goce en el Señor.
Una persona no tiene para comer, pero tiene a Cristo, tiene el gozo del Señor.
No tiene dinero para ir a la escuela, pero tiene a Cristo, que se ponga a leer la biblia.
Todo esto no es malo, porque es parte del evangelio el anuncio del perdón de nuestros pecados, pero no es todo…
El texto que hemos citado no toca el tema del pecado; aquí Jesús sana al hombre, lo recibe y luego al decirle que se presente ante el sumo sacerdote lo inserta a la sociedad. Jesús hace todo con él, excepto el perdón de pecado.
Tampoco hay que convertirse en activistas sociales, trabajando todos los aspectos y dejando de lado el elemento del arrepentimiento, el perdón de pecado.
Lo que nos deja el pasaje es un evangelio más amplio tocando las otras áreas que en algunos casos no se tocan, aquí el señor Jesús está incluyendo: gestos, posturas, acciones, actitudes, que muchas veces no se relacionan con la parte de la fe, pero que son elementos que componen la integralidad del evangelio.
En este mundo super materialista hay que esforzarnos para imitar a Jesús. 

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