COSMOVISIÓN DE VIDA
COSMOVISIÓN
DE VIDA
Muchos
nos preguntamos por qué pasan las cosas que nos suceden.
Nada en esta vida pasa en vano; todo lo que pasa es por algo.
Nada en esta vida pasa en vano; todo lo que pasa es por algo.
Le voy a referir una historia que leí por ahí.
Érase una vez, en tierras lejanas, existió un pobre pero muy sabio campesino que trabajaba duramente la tierra con su hijo.
Un día el hijo le dijo al padre: ¡Padre,
qué desgracia! Se nos ha ido el caballo
¿Por qué le llamas desgracia? - Respondió el padre, veamos qué nos trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
¿Por qué le llamas desgracia? - Respondió el padre, veamos qué nos trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
Padre, ¡qué suerte! exclamó esta vez el muchacho. Nuestro caballo ha traído otro caballo
- ¿Por qué le llamas suerte? - Repuso el padre, veamos qué nos trae el tiempo
Al pasar los días, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo lanzó al suelo. El muchacho se quebró una pierna.
-Padre, ¡qué desgracia!!!! – Exclamó nuevamente el muchacho – ¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció: ¿Por qué le llamas desgracia? Veamos qué nos trae el tiempo...
El muchacho, no se convencía de la filosofía de su padre, lloriqueaba en su cama.
Pocos días después pasaron por esa lejana tierra los enviados del Rey, quienes tenían la tarea de reclutar forzosamente a jóvenes para la guerra. Indubitablemente pasaron por la casa del campesino, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
- ¿Por qué le llamas suerte? - Repuso el padre, veamos qué nos trae el tiempo
Al pasar los días, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo lanzó al suelo. El muchacho se quebró una pierna.
-Padre, ¡qué desgracia!!!! – Exclamó nuevamente el muchacho – ¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció: ¿Por qué le llamas desgracia? Veamos qué nos trae el tiempo...
El muchacho, no se convencía de la filosofía de su padre, lloriqueaba en su cama.
Pocos días después pasaron por esa lejana tierra los enviados del Rey, quienes tenían la tarea de reclutar forzosamente a jóvenes para la guerra. Indubitablemente pasaron por la casa del campesino, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
Ese fue el momento que el joven comprendió que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si las cosas que nos suceden terminan siendo buenas o malas.
Claramente para la cosmovisión cristiana, no hay mal tan malo de que no resulte algo bueno para los que aman a Dios (Ro. 8,28); por tanto, lo que se debe hacer es pedir sabiduría a Dios para saber comprender la vida. Él tiene un plan prediseñado para nosotros.